jueves, 26 de octubre de 2006

Miradas: "La dalia negra"














La obsesión de Brian De Palma
por las escaleras, y las escenas protagonizadas por Mia Kirshner, en si mismas una pequeña película insertada en otra mayor.

Esto, más alguna referencia cinéfila, y un par de secuencias magníficamente planificadas es lo único que me ha interesado de la nueva película del director de 'El precio del poder'.

Una operación nostálgico-cinéfila para revivir el espíritu clásico del cine negro de los 40 que, como ya sabrán los aficionados, adapta la famosa novela que James Ellroy inspirada en el escabroso caso del asesinato de una joven aspirante a actriz, Betty Short (Mia Kirshner), después bautizada como “la dalia negra” por un periodista.

La enrevesada trama, y todo esto es una de las características del cine negro, enlaza con otras subtramas, repletas de sexo y crimenes, hasta echarnos prácticamente del desarrollo dedectivesco del argumento y obligarnos a centrar nuestra mirada en la descripción de ambientes más sórdidos y la ambigüedad de sus personajes.

Un material, a primera vista, idoneo para De Palma, quien parece tomarse muy en serio esto de “echarnos”, pues logra que a los pocos minutos de proyección dejemos de interesarnos por lo que ocurre en pantalla.

A ello contribuye poderosamente su ‘miscasting’ (“errores de reparto”) en los que De Palma, a parte de sus ampulosos movimientos de cámara, es también un (involuntario) especialista. ¿Recuerdan esa adaptación de “La hoguera de las vanidades” con Tom Hanks, Bruce Willis y Melanie Griffith, donde ningún actor parecía el adecuado al personaje. Aquí ocurre lo mismo.

En cambio, el estilismo de De Palma se manifiesta en todo su esplendor en el celebrado plano secuencia que enlaza el descubrimiento del cadáver de “la dalia negra” con un tiroteo. Y también en una tensa secuencia con los dos protagonistas masculinos en unas escaleras de caracol (al estilo de 'Los intocables').

Igualmente sorprende ese (grotesco) plano secuencia elaborado en cámara objetiva (como si la cámara fueran los ojos del propio espectador) entrando en la mansión de los Linscott y presentándonos a sus excéntricos inquilinos. Una de las pocas películas, y la más recordada, realizada íntegramente en “cámara subjetiva” fue 'La dama del lago' (Lady in the lake, Robert Montgomery, 1946).

Evidentemente, hay voz del narrador en off, una recreación detallada de los escenarios e incluso planos-homenaje, como ese primer plano de Josh Harnett al volante rematado con un suave travelling de aproximación. Todo ello muy típico del noir.

Aunque una de las mejores referencias cinéfilas es escalofriante con “El hombre que ríe” (The man who laughs, Paul Leni, 1928). Y es que el cuerpo sin vida de la dalia negra, partido por la mitad y con señales de haber sido torturado y mutilado, presentaba además un corte en la boca, de oreja a oreja, que le configuraba una sonrisa macabra.

Por lo demás es puro artificio, una película fría y vacía, cuya alma aflora de vez en cuando y donde la forma prevalece más que un contenido, disperso y desangelado. Sin duda 'La dalia negra', versión De Palma, desconcertará tanto a sus (muchos) detractores como (pocos) defensores.

Las escaleras De Palma.

¿Y la fijación de de Palma por las escaleras? Estas aparecen en abundancia. Una de las primeras escenas hace que sus trío protagonista, Kay Lake (Scarlett Johansson), Bucky (Josh Hartnett) y Lee Blanchard (Aaron Eekhart) se reúna por primera vez al píe de una escalinata blanca.

Aquí, las escaleras son un marco de encuentro estático y transición. Pues luego veremos que Bucky y Blanchard, ex boxeadores de carácteres totalmente opuestos, “fuego” e “hielo”, se harán amigos inseparables, ascenderán a inspectores de la policia, y con Kay, la esposa de Blanchard, y una femme fatale en versión light, llegarán a formar un triángulo casi idílico.

Tras el célebre plano secuencia que enlaza el hallazgo de los restos de la dalia negra con un tiroteo, hay un impagable primer plano de Bucky (que llegará a ser exagerado, pura floritura visual), expresando angustia y nerviosismo (¡este hombre oculta algo sucio!), mientras, a la derecha del encuadre, aparece otra larguísima escalera.

Las escaleras, sea con guiños a 'Vértigo' o el 'El acorazado Potemkin', se han convertido para De Palma en un espacio idoneo para crear suspense y reproducir miedos, como la citada secuencia de tensión con Bucky y Blanchard en la escalera de caracol.

Pero también le sirve para visualizar las barreras que hay entre los personajes. Como Bucky contemplando a Kay mientras se desviste, en su cuarto arriba en las escaleras, (un “objeto” prohibido, es la esposa de su mejor amigo), y que culmina mostrando el “recuerdo” en forma de inciales que le marcó en la piel su antiguo amante y proxeneta. Otra nos muestra a un Blanchard desquiciado y recogiendo sus papeles del césped mientras Kay lo mira desde arriba (su relación está definitivamente rota).

O en una de las escenas finales, y en donde en parte se resuelve el caso, vemos que el inspector Bucky irrumpe en la mansión de los Linscott y permanece abajo. Por su lado, el cabeza de familia (John Kavanagh), su hija Madeleine (Hilary Swank, ella sí, una mujer fatal tremenda), y la madre (Fiona Shaw), familia rica y de ‘status’ más elevado, unos peldaños por encima.

Un blanco y negro lleno de contrastes.

También mencionaba esa otra pequeña película que son las distintas secuencias, en blanco y negro, protagonizadas por Mia Kirshner. En ellas, la dalia negra realiza diversas pruebas de casting (donde la voz que se oye, en la versión original, es la del propio De Palma). Aunque dan mucho más de jugo, resumiré.

En la primera recita una de sus frase favoritas de 'Lo que el viento se llevó', esa de “A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a pasar hambre. Aunque tenga de mentir, o engañar o robar… Jamás volveré a pasar hambre” (inicio que nos revela que Betty sólo intentaba sobrevivir).

La segunda, cuando le piden que interprete como suplicar para que su hombre no la abandone y ella, patética y sinuosamente, se pone a gatas mientras se le va acercando (en el camino por sobrevivir no le importa perder la dignidad).

En la tercera se le escapan unas lágrimas cuando recuerda un antiguo amor, tal vez ficticio (aún sin dignidad, ella es más que un cuerpo. Tiene su corazoncito). Y la cuarta es la proyección del fime porno en el que aceptó participar, no sin dolor (el terreno en el que se mueve es demasiado peligroso. Puede llevarla hasta su degradación, y final).

Un cuerpo bonito hecho para pecar, el de la dalia negra. Una máquina del sexo dispuesta a todo con tal de lograr lo que ansía. ¿Sí? ¿Seguro? La autopsia real desveló que Betty tenía los órganos sexuales atrofiados, con lo que mantener relaciones íntimas no le resultaría para nada placentero.


Valoración: ( * )
Usted mism@ ( ● ) – Floja ( * ) – Se puede ver ( ** ) – Buena ( *** ) – Muy buena ( **** ) – Obra Maestra ( ***** )

¿ El cartero vuelve a llamar dos veces ?

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