Crítica (DVD): "Azuloscurocasinegro"

Hay un color que nos define cuando el ánimo está decaído o a punto de romperse. Es el azuloscurocasinegro. Hay un color que pinta el futuro cuando se hace necesario tomar la vida por los cuernos, tratar de hallar a la pareja de nuestra vida, de hacerse con un trabajo que nos llene, con una vivienda digna en la que vivir sin tener que hipotecarse durante 40 años. Es el azuloscurocasinegro.
También es la tonalidad, y el título, de la ópera prima de Daniel Sánchez Arévalo que retoma siete años después a los personajes de su reputado corto “Física II”, y que a mí me dejó algo frió, pero que aquí remonta con acierto.

¡A golpes con la vida!, con su poesía y su crudeza. Hay cuatro (o cinco, o seis…), personajes, atrapados y en plena búsqueda y aceptación de si mismos. Jorge (Quim Gutiérrez) sigue quemando contenedores como manera de rebelarse contra un lugar en el mundo en el que no desea anclarse, el de la portería de su padre (el argentino Héctor Colomé). También sigue soñando con su vecina, Natalia (Eva Pallarés).

Su hermano Antonio (notable Antonio de la Torre), es la oveja negra de la familia y un bala perdida que ha ido a parar con sus huesos a la cárcel. La suerte, buena o mala, hará que conozca a una reclusa, Paula (soberbia Marta Iturra), un ser engañado, estafado por la vida, y cuyo único deseo es el de tener un bebé para que la trasladen al pabellón de maternidad y evitar así otros muchos golpes, físicos.

Entre rejas.
Y está Israel (Raúl Arévalo), el amigo inseparable de Jorge, un muchacho despreocupado y alegre, que se tornará más oscuro cuando descubra que su pícara e inofensiva costumbre de espiar a un masajista homosexual, que atiende a clientes de todas las edades, puede revolucionar su (pequeño) mundo.

Todos ellos forman el tejido humano “Azuloscurocasinegro” , el de la dificultad de las relaciones entre padres e hijos, el de compaginar los sueños con el futuro laboral, el del amor y los giros inesperados del destino.

Son personajes encerrados en jaulas invisibles o demasiado perceptibles. No por casualidad, en la película aparece un pececillo atrapado en una bolsa de plástico; o abundan escenarios cerrados sean celdas o reducidos habitáculos en forma de portería o salas para entrevistas de trabajo.

Entre ellos se mueven Jorge, Israel, Antonio o Paula, desconcertados sentimentalmente, y también sexualmente. Hay una ventana indiscreta, la del masajista, que oculta secretos. Hay un pacto insólito que le propone Antonio, el hermano pródigo a quien nadie quiere, a Jorge para que cumpla con Paula la mision que él no puede llevar a término.

Y hay, en su tramo final, un poso sobre el valor de decir la verdad y un par de abrazos sinceros, que abren nuevas puertas al futuro, sea verde esperanza, gris o negrísimo.

Un futuro prometedor.
Daniel Sánchez Arévalo exhibe en su puesta de largo notables y cuidadas maneras.

Unos encuadres muy estudiados, profusión de movimientos con empleo de grúas, ‘travellings’ y panorámicas. O un montaje con ideas, como el beso de Israel a la mejilla dolorida de Jorge que se funde con la caricia de las manos de Paula.

Pero también cae en el estereotipo fácil, con esos entrevistadores para un puesto de trabajo presentados de manera fría, distante y malvada. Un cierto exceso de formalismo, que no por muy sofisdicado, deja de resultar artificial en una historia que se quiere real y auténtica. O ese desenlace, casi cómico, en la relación entre padre e hijo de Israel.

Y aunque mi valoración se limite a 2 “estrellitas”, porque no voy a hinchar lo que me ha parecido la película, artificiosa, inverosímil, tópica e irregular en algunas ocasiones, no dejaría sin embargo la oportunidad de escapar esta ópera prima (al igual de los cortos de Sánchez Arévalo “Física II” o “La culpa del alpinista”). Una bocanada de aire fresco.

Valoración: ( ** )

Usted mism@ ( ● ) – Floja ( * ) – Se puede ver ( ** ) – Buena ( *** ) – Muy buena ( **** ) – Obra Maestra ( ***** )