Crítica: "Taxidermia"

“Taxidermia” se presenta como lo más nuevo en cuanto a imágenes de impacto. También resulta de lo más curioso ese punto de vista a lo “húngaro” en esta aportación de György Pálfi, adaptando los relatos de Lajos Party Nagy.

Como muchos ya sabrán, son tres historias, ambientadas en distintas épocas (primera guerra mundial, comunismo y actualidad), y con los miembros de una misma generación familiar (abuelo, padre e hijo), como nexo de unión. Unos episodios en donde uno debe ser muy imaginativo si quiere relacionarlos con otros aspectos de la vida social y política de la propia Hungria.
También, seguramente, les sonará que la película incluye explícitamente escenas de lo más repulsivas, como una extracción de órganos, que podría ser calificada casi de interés quirúrjico, o una eyaculación, nada precoz, que eleva el semen a las mismas estrellas.

De lo vulgar a lo trascendente.

Hay en el film de Pálfi esa voluntad profundamente provocadora, y también sería de lo más fácil vilipendiarla aludiendo a la falta de contenido de la propuesta. Sin embargo, Pálfi acaba por hablarnos del inapelable paso tiempo y la capacidad, o incapacidad, del individuo por trascender, por perdurar o ser recordado en su fugaz y mísera vida terrenal. Al respecto, un montaje en torno el fluir del tiempo con una bañera como objeto común, se revela tan estilísticamente rebuscado como elocuente. En esa bañera, y sus múltiples funciones, se alojarán nacimientos, mujeres en plena higiene, lavaderos, defunciones… sucesívamente.
No les chafaré nada relevante sobre el argumento si les digo que uno de los protagonistas intenta ser el mejor en unos increíbles concursos de comer (!), o que su hijo, un flacucho y blanquizo taxidermista, físicamente lo opuesto a él, también acabará por realizar un último acto que le acerque a la inmortalidad en forma de obra de arte. Incluso el abuelo, ese lunático soldado obsesionado por el sexo, en la primera historia, logrará que su semilla se perpetúe, digamos, de forma más convencional: engendrando un hijo (aunque sea bastardo).

Los fluidos del mundo.

Si la desaforada imaginación, y lo excéntrico de los personajes, nos acercan al mundo de Terry Gilliam, aunque de manera mucho más bruta en la película de Pálfi; el espíritu y las imágenes de “Léolo”, del belga Jean-Claude Lauzon, también toman forma corpórea, y aún de manera menos sutil, en “Taxidermia".
Una fisicidad, con tendencia a lo escatológico y vulgar (entendido como algo común, y que allí está a pesar que lo intentemos encubrir), que también lo vincula con Passolini. Y si para el director de “Saló, o los 120 días de Sodoma” el mundo era como un gran estercolero, para Pálfi el mundo es un habitáculo de fluidos y vomiteras, todos emanando felizmente del interior de nuestro cuerpo.
Y lo muestra tanto con un estilo depurado y virtuoso (movimientos de cámara y encuadres casi imposibles), como directo, pedreste y grosero. Un exabrupto no apto para todos los estómagos, pero interesante. ¡Ah! Y esas escenas de vómitos y más vómitos,¡ seguro que no se les olvidarán fácilmente! O esa gota de sudor desparramándose por debajo de unas axilas hasta ser degustada con goce amoroso.
Sírvanse con la polémica, pero, ¡por favor! No “devuelvan” encima de este blog.

Valoración: ( *** )

(*****) Obra maestra. Disfrute total.
(****) Me ha gustado muchísimo. ¡Una maravilla!

(***) Me ha gustado. Buena película,
(**) Me ha gustado, pero con reparos.

(*) No me ha gustado, pero tiene sus "cosillas"
(●) No me ha gustado nada, pero si le apetece, usted mism@