sábado, 16 de septiembre de 2006

Crítica: " Corrupción en Miami "














Michael
Mann es uno de los mejores
directores americanos actuales. También uno de los más interesantes en el intento de aportar nuevos aires al género policiaco y de acción (ahí están títulos como Heat o Collateral). Y conoce a la perfección los personajes y el universo de la teleserie que triunfó en los ochenta Corrupción en Miami, de la que fue productor ejecutivo. Entonces nadie más idóneo que él para llevar a la gran pantalla las aventuras de los dedectives de antinarcóticos Sonny Crockett y Ricardo Tubbs en esa Florida de lujo, cuerpos de ensueño, cochazos deslumbrantes y fiestas, pero también de drogas y crimen.
Sin embargo, en su traslado a la gran pantalla. Michael Mann se ha decantado por intentar algo así como reiventar la vieja y conocida serie. Aparece Miami, aparecen un par de dedectives llamados Sonny Crockett y Ricardo Tubbs, uno blanco y otro negro, ¡quizás por aquello del contraste de personalidades!, muy duros ellos, impecablemente vestidos, y siempre con el semblante tan serio como chulesco.
Y la soleada Florida, de playas, palmeras y flamencos se convierte en un escenario nocturno plagado sólo de malhechores y policias. Y cuando se nos transporta rápidamente de acción a otros paises, Cuba, Haití o Paraguay, nos encontramos con más de lo mismo. Sin que en ningún momento lleguen a interesarnos estas aventuras de Sonny y Tubbs infiltrados, como proveedores, en una poderosa red de contrabando de drogas. Su objetivo, el de desenmascarar el topo que hay en uno de los departamentos policiales y que está masacrando, con sus chivatazos, a otros agentes infiltrados.
El interés tampoco aumenta cuando Sonny y Tubbs deciden apostar más fuerte y arriesgarse hasta el límite para intentar dar caza al capo máximo de la banda, el todopoderoso Arcángel de Jesus Montoya (con el rostro del actor gallego Luis Tosar). Y mucho menos sirve para aportar algo de emoción el peligroso romance que iniciará Sonny Crockett con Isabella, la amante del inquietante Montoya, interpretada por una Gong Li (la musa del gran cineasta chino Zhang Yimou), y la única capaz de transmitir algo de sentimientos en su caracterización.

Pase y vean, el enésimo romance de la temporada, esta vez entre Sonny Crockett/Collin Farell e Isabella/Gong Li.


Y es que tanto la puesta de Michael Mann como el guión, y las interpretaciones, son tan arquetípicas como insípidas. No se trata de que Collin Farrell, como Crockett, no mueva ni el bigote; o que el oscarizado Jamie Foxx, como Ricardo Tubbs, no aporte química alguna con ninguna de sus parejas, la de trabajo, con Crockett, o la sentimental, con su compañera Trudy, también policia (Naomi Harris). Es que además gastarse 135 millones de dólares, algunas fuentes aseguran que más, para filmar un guión de tercera categoría que no aporta nada nuevo al género ni al espectador, es una soberana estupidez.
De acuerdo en que Michael Mann filma de manera muy estilizada y particular, pero este bodrio lo podría haber filmado cualquier otro por mucho menos de la mitad y los resultados ni se notarían.
Hay un par de escenas de tiroteo, hacia el principio, y al final, rodadas con contundencia y vigor (¡incluso, en la primera, contiene un durísimo plano de un brazo desmembrado por un balazo!), está el intento, y sólo esto, el intento de mostrar las finísimas barreras que separan uno y otro lado de la Ley; o de dotar de psioclogía alguna a los personajes, aunque sin éxito, sólo hay psicología en ese bigote de Farrell que se alarga o se recorta según el plano. Porque todo es tan manido y previsible que cualquier progreso dramático de la acción o los personajes se sigue entre bostezos.

"¡Pues macho! ¡Si esto no funciona no será por falta de 'glamur'! ¿No crees Tubbs!"



Queda la notable fotografía de Dion Beebe que, siguiendo las instrucciones de Mann, utiliza la cámara digital de alta definición o la cámara en mano, para dar un aspecto más cercano y verosímil a la puesta en escena, junto con un elaborado juego de colores tan fríos como oscuros con el que envolver la película.
En la irregular, pero de culto, Heat, sí que había momentos e interpretaciones memorables; incluso en la (sobrevalorada) Collateral. Pero Corrupción en Miami deja al descubierto los principales defectos de Michael Man, un director que adolece de solemnidad y trascendencia, pero en el que hay que seguir confiando. Por ello aún es el firmante de la excelente El dilema y, lo dicho, algunos espléndidos minutos de Heat.
Valoración: ( * )
Usted mism@ ( ● ) – Floja ( * ) – Se puede ver ( ** ) – Buena ( *** ) – Muy buena ( **** ) – Obra Maestra ( ***** )




Por lo menos, dedicaré uno de los fotogramas a Luis Tosar.

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