Crítica (DVD): " El nuevo mundo "
Poner en manos de Terrence Malick (La delgada línea roja) la historia de la princesa nativa americana Pocahontas y el capitán británico John Smith significa, por suerte, alejarse de los cánones habituales del cine comercial. El cine de Malick está lleno de poesía y de reflexiones muy propias apoyadas siempre por una hermosa fotografía y el protagonismo de la naturaleza más que de sus personajes.
Y en este sentido, en El nuevo mundo nos propone lo mismo que hizo en La delgada línea roja. Allí era un grupo de soldados de la II Guerra Mundial que desembarcaban en Guadalcanal y, entre el horror de la guerra, se oían sus pensamientos en voz alta enmarcados por la belleza de los parajes de esa isla del sur del Pacífico. También había unas primeras imágenes con indígenas viviendo afablemente; un inserto de la idea de Malick que es en las culturas más primitivas, las más sencillas, donde se encuentra la auténtica pureza, la sociedad utópica, sin engaños, sin posesiones privadas, en harmonía.
Quizás a Malick se le va la mano en cuanto a excesos de contemplatividad y parsimonía, , incluso puede que alguien diga que su cine está más pensado para él que para el espectador, y yo soy de los que pienso que La delgada linea roja era un buen tostón de casi dos horas y media pero lo suyo es poesía cinematográfica, sus imágenes lienzos en movimiento, una sinfonía visual, y para disfrutarla requieren su nivel de complicidad y análisis.
Fiel a si mismo, dirige esta vez su mirada hacia el descubrimiento y conquista de estas tierras vírgenes donde los europeos, menos afortunados, podían hallar una segunda oportunidad, y los más poderosos, otra fuente de riquezas que explotar. Por ello, el mismo título de El nuevo mundo enlaza perfectamente con este concepto de “una nueva vida”, un “volver a empezar” para unos colonizadores que eran intrusos en un mundo ya habitado. En este choque de mundos, entre el salvaje y el civilizado, Malick toma partido por el primero.
Un mundo del que Pocahontas (la debutante Q’Orianka Kilcher) es su máximo exponente, siempre bondadosa, sencilla y afable. Alguien de espíritu libre y mirada serena, capaz de cambiar el corazón del duro explorador John Smith (Collin Farrell), del que se esboza un pasado más bien dudoso, o del colono John Rolfe (Christopher Bale), que tras perder a su esposa y su hijo, vuelve a encontrar en la princesa índia esa “nueva oportunidad”.
Se agradece que Malick esquive el mostrar a "buenos" y "malos". Sólo hay seres humanos, y hay quienes enloquecen, se ofuscan o confunden por las circunstancias. También hay momentos que no tienen desperdicio, como la actitud de los indígenas, curiosa y atemorizada, cuando ven a los galeones ingleses acercarse a sus costas; o ese detalle de demostrar amor y fidelidad sólo mediante la imagen (que se irá repitiendo a lo largo de la película), de sencillamente dos manos que se buscan y juntan.
Y abundan los planos de árboles, riachuelos o prados, y los primeros planos de nativos agitándose hacia el cielo, todo adornado con una espléndida fotografía que busca resaltar la fascinación por la naturaleza, y que clama para que se haye un equilibrio entre naturaleza y ser humano. Y está ese conflicto interior que se plantea Pocahontas, Rebeca como la han bautizado los ingleses, por ser fiel a los dictados de su corazón cuando descubre que se está debatiendo entre el amor de dos hombres. Y es que el mundo perfecto de Terrence Malick está hecho de sentimientos más que de ambiciones.
Valoración: ( *** )
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