miércoles, 20 de septiembre de 2006

Clásicos: " Jules et Jim "

Ver Jules et Jim de Truffaut 45 años después de sus estreno. Más de cuatro décadas después de convertirse en uno de los títulos abanderados y estrella de la Nueva Ola francesa, la que encabezaron cineastas como Rohmer, Chabrol o Godard. Casi medio siglo desde que convulsionó a los sectores más conservadores y religiosos de la opinión pública, es comprobar que aún y el tiempo transcurrido no sólo mantiene intacta la modernidad y vigencia de sus planteamientos sinó también el poder de fascinación.

A uno le dan ganas de mandar al cuerno al bueno de Jules (Oscar Werner), hombre sensible pero también inseguro y apocado, con poco o nulo éxito con las mujeres y perdidamente enamorado, y demasiado dependiente, de su amada Catherine. También se hace a veces difícil de entender como Jim ( Henri Serre ), amigo del alma de Jules y todo lo opuesto a él, no más atractivo pero más decidido, posee ese magnetismo especial para atraer a las mujeres.

Pero a cuantos Jules y Jims podríamos reconocer. Los Jules casi sin personalidad de cara a los demás, que se aferran con todos sus fuerzas a alguien para rehuir la mediocridad o en el olvido social y afectivo. Y los Jims que van por la vida de ganadores, pero que tienen su talón de aquiles, como todo mortal.
Y como vértice de este triángulo está Catherine, en la interpretación que inmortalizó a Jeanne Moreau. Capaz de unir y separar a estos dos amigos cuya amistar está a prueba de balas, incluso cuando estalle la Iª Guerra Mundial y ambos se vean obligados, por su nacionalidad, a combatir en trincheras opuestas.

Catherine, mujer definida como de “espíritu libre”, imposible de atarse para siempre a un solo hombre, de llevar una vida familiar y apacible normal, un auténtico torbellino sensual y de pasiones, como el de la celebradísima canción “Le tourbillon” (“El torbellino de la vida”) que, en una escena prodigidosa, canta acompañada de la guitarra de Albert (Boris Bassiak), uno de sus ocasionales amantes.



Y a la variable y caprichosa Catherine también le dan a uno ganas de abofetearla para que se centre un poco. Pero ella, no lo negemos, es paradigma de una mujer inquieta, moderna, con demasiada personalidad e inquietudes. Femme fatale por la que muchos perderían la cabeza irremisiblemente.

El mismo Boris Bassiak fue el autor de la letra, mientras que la música, de la canción y de la espléndida banda sonora completa de la película, corresponden al gran George Delerue. Esta escena unida a la famosísima de Jules, Jim y Catherine, mostrando su sexualidad desafiante, procaz y atrevida, con bigote pintado, gorro y vestida como un hombre, pasean por las calles hasta alcanzar el momento culminante de la carrera en un puente. Uno de los íconos del séptimo arte.


Un narrador, voz en off, logra una de esas contadas ocasiones en que cine y literatura se fusionan para complementarse y enriquecerse, no para ocultar las carencias de las imágenes.
Sigue sorprendiendo por su modernidad, por su puesta en escena, por sus interpretaciones, por su guión (adaptado libremente de una novela de Henri-Pierre Roché entre el propio Truffaut y Jean Gruatu). Y su ambientación a principios del siglo XX no hace más que resaltar la universalidad de su historia. Un triángulo amoroso consentido por las tres partes y la posibilidad (destinada al fracaso) de crear un nuevo modelo de amar y de familia.
Una cita ineludible para todo cinéfilo.

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Valoración: ( **** )
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Usted mism@ ( ● ) – Floja ( * ) – Se puede ver ( ** ) – Buena ( *** ) – Muy buena ( **** ) – Obra Maestra ( ***** )

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Olé! ¡Olé! Yo la descubrí hará más de una década y me impresionó. Me alegra que aún se siga recordando este "torbellino de la vida".