sábado, 4 de noviembre de 2006

Crítica: " Las partículas elementales "














¿Por qué no somos capaces de ser felices?
Tal vez porqué no podemos satisfacer todos nuestros deseos, a veces, incluso contradictorios. Y más en un mundo donde estamos expuestos al bombardeo constante, desde la publicidad y los medios de comunicación, de estímulos, nuevos productos y experiencias que “desear”.

La novela de Michel Houellebecq, convertida en superventas, y un autor ya tan amado como odiado en Francia, reflexionaba sobre ello, sobre la moral de la civilización occidental, sobre el sexo, el racismo, y mucho más, en su obra. Todo un puñetazo directo al estómago, difícil de digerir, y prácticamente inadaptable a la gran pantalla.

Por ello, "Las partículas elementales", dirigida por el alemán Oskar Roehler, no puede escapar a la sombra alargada de esta novela de culto que le sirve como fuente. Ha eliminado muchos temas complicados de tratar o de trasladar en imágenes; y ha edulcorado el final. Ello le ha hecho tragar las críticas (negativas) de los lectores de Houellebecq.

En su búsqueda del “conocimiento razonado” que ponga orden al caos, está Michael (Christian Ulmer), un científico que intenta hallar lo “indivisible” e “impresindible” de la existencia. Para su profesión, y siendo una mente fría submergida en fórmulas y teorías, sacrificó a su amor de infancia, Annabelle (Franka Potente), a quien volverá a encontrar con el paso de los años.

El otro reverso de la moneda es su hermanastro, Bruno (Mortiz Bleibtreu), profesor de literatura totalmente inmerso en la crisis de los cuarenta: "¡Los únicos acontecimientos que me quedan por vivir son las enfermedades!".

Ya no "desea" a su esposa, y explícita es la escena en que se la imagina semidesnuda y en una combinación de lencería que no la hace para nada atractiva. Bruno tampoco tiene demasiado desarrollado su vocación de padre, mostrado en otra breve escena donde llega a mezclar tranquilizantes en el biberón de la leche para que su bebé deje de inportunarlo.

Por el contrario, Bruno sí que tiene desarrollado al máximo sus estímulos sexuales, sigue con sus prácticas onanistas, y no deja de poner cara de enbobado ante los detalles de las jóvenes y numerosas presencias femeninas que le rodean. Tampoco oculta sus tendencias racistas, que se traducirán en un proyecto de libro donde insulta a los negros (una de las razas sexuales dominantes), llevado por la amargura de su frustación.

¿ Un mundo feliz ?
Como agravante, el pasado de Bruno está condicionado por distintos traumas, como el complejo de Edipo hacia su madre, Jane (Nina Hoss), una 'neohippie' que eligió vivir en libertad sin preocuparse por sus hijos. En el particular viaje para encontrarse a si mismo, las paradas incluyen tanto un centro psiquiátrico como un campamento nudista. Pero su destino, si algo no lo remedia, parece la locura.

Y tratando de descifrar las irracionales ecuaciones del amor y el sexo, Bruno, como contraste y ejemplo, y Michael, como biólogo, serán precursores de un ¿avance? inspirado en la novela utópica “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley, que nos traería una sociedad “racional” donde el amor y el sexo han sido substituídos por la clonación y la reproducción artificial.

Eliminando el mal tenemos el remedio. Así que fuera esas preocupantes químicas y reacciones biológicas de las relaciones humanas, que más que excitación y placer producen disgustos y otras patologías más severas.

Esa sonrisa helada.
Ésta es, naturalmente, una parte de la ironía de la novela que transmite Oskar Roehler que sin embargo prefiere conducir su película a un terreno más reconocible y llevadero para el público como es el melodrama convencional, centrándose en las dos historias de amor.

Contiene una narración correcta, como esa secuencia del intento de seducción de Bruno a una de sus alumnas. Y depara muy buenas interpretaciones de Moritz Bleibtreu, que sabe mantener unos primeros planos llenos de dolor, angustia y soledad; y de Martina Gedeck, como Christiane, la ninfómana que conoce en el campamento nudista y destinada a convertirse en, por así decirlo, el amor de su vida para Bruno.

Y sí, al final sus protagonistas habrán logrado la “felicidad”, aunque seguramente no como la habrían “deseado”. Y ello nos deja con una de esas sonrisas heladas.


Valoración: ( ** )
Usted mism@ ( ● ) – Floja ( * ) – Se puede ver ( ** ) – Buena ( *** ) – Muy buena ( **** ) – Obra Maestra ( ***** )

2 comentarios:

Listo Entertainment dijo...

Todavía no he visto la peli, pero el libro en que se basa es uno de mis favoritos d etodos los tiempos.

Carles Rull dijo...

Glups!!! Me temo Listo entertainment, que quienes han leído el libro aborrecen la película.