jueves, 18 de enero de 2007

Clásicos: "El séptimo sello" (1956)















Una imagen tan sugerente como siniestra, la de un caballero medieval jugando al ajedrez con la mismísima Muerte. Hoy me pongo trascendente con “El séptimo sello”, que primero fue un guión radiofónico y luego una obra de teatro. Una película que posee secuencias fascinantes además de un personalísimo catálogo de los temores y angustías que afectaban a Ingmar Bergman.
El caballero Antonius Bloch (Max Von Sydow), después de una agotadora y desilusionadora campaña en las cruzadas regresa a su tierra natal en compañía de su escudero Jöns (Gunnar Björnstrand). El país está sacudido por la peste negra, muerte y misería les rodean.
Monjes renegados reconvertidos en ruines ladronzuelos, hombres y mujeres que se flagelan con desesperación, clérigos que claman y profetizan el fin del mundo, muchachas acusadas de brujería y cadáveres que se amontonan en medio de cualquier camino, hogar o pueblo.
Intolerancias y miedos hacen que la gente intente refugiarse o hallar consuelo en la religión. Es un tiempo propicio para fanatismos, pero este retablo medieval también es útil para interrogarse sobre el sentido de creer, la absurdidad de la violencia o la intransigencia que parece cohabitar de manera innata en el interior de las personas.

Silencio y vida.
Hombres, mujeres, dudas, penas y alegrías unidas a las fuerzas telúricas: el fuego (purificador), el viento (mensajero de malos presagios), las rocas (presencias frías y rígidas), el bosque (peligros y enigmas escondidos), el mar (la vida y la salvación). Todo conforma la especial textura de una película inolvidable y en comunión lo material con lo espiritual, entre humanos y naturaleza, entre preguntas profundas y revelaciones súbitas.
La presencia de la muerte es una certeza palpable. En cambio, y en una de las preguntas que más atormentaron a Bergman, Dios no se manifiesta, sólo hay silencio como respuesta, el “silencio de Dios”.
Y Antonius Bloch iniciará una búsqueda de la Fe, a la vez que una fatídica partida con la Muerte sólo para obtener un resultado concreto, ganar tiempo para que el cómico Jof (Nils Poppe), titiritero, acróbata y bufón, logre aquello que el resto no pueden, escapar junto a su esposa e hijo del bosque y, simbólicamente, de una muerte segura.
Una familia que representa la existencia apacible y feliz del ser humano, donde hay lugar tanto para la diversión, como para la poesía y lo trascendental. Ahí es nada. Bergman en estado puro.

Valoración: ( ***** )

Usted mism@ (●) – Floja (*) – Se puede ver (**) – Buena (***) – Muy buena (****) – Obra Maestra ( ***** )

T.O.: Det sjunde inseglet. Suecia, 1956. Dirección y guión: Ingmar Bergman. Fotografía: Gunnar Fischer, Ake Nilson. Música: Erik Nordgren. Intérpretes: Max Von Sydow (caballero Antonius Bloch); Gunnar Björnstrand (escudero Jöns); Nils Poppe (Jof); Bibi Andersson (Mia); Bengt Ekerot (La Muerte); Gunnerl Lindblom (la muda).

9 comentarios:

travismagee dijo...

"Yo quiero entender, no creer. No debemos afirmar lo que no podemos demostrar".

Extraordinaria película del maestro Bergman, y quizás la que le dió la fama a nivel mundial y popular. Está muy bien realizada e interpretada, siendo muy digerible para el gran público, que no puede abstraerse del clímax de tensión que desprende toda la cinta. Ambientación, guión meticuloso, gran final... Una película para el recuerdo.

Fue el primer film de Ingmar Bergman que se proyectó en las salas de Bilbao. Concretamente fue en el cine Ayala, el 3 de junio de 1961.

Carles Rull dijo...

Travismagee: ¿Es consciente que por esa frasecita del principio le hubieran quemado durante la Edad Media? Lo suyo sí que es memoria histórica.

Anónimo dijo...

Y si te digo que para mi no es una obra maestra... es que tanta alegoría me cansa bastante!

ahora si que me voy

Anónimo dijo...

Quizás sea la película más emblematica de Bergman. Aunque personalmente prefiero otras.

Es una obra maestra incuestionable. Por su luz y su negrura. Todas las obsesiones del sueco están sobre el tablero, pero, por una vez, sabe camuflarlas dentro de una trama visualmente fastuosa.

Supo transmitir la desazón que produce el silencio de Dios, presentando a la muerte como un ser tangible. Recuerdo que mi tutor universitario tenía la fotografía del caballero y la muerte jugando al ajedrez colgada en su despacho. Una forma, como cualquier otra, de recordar que estamos solos.

Natalia Book dijo...

Opino como casi todo el mundo. Una gran película. Y esa imagen es tremenda. Tiene una fuerza grandísima. Es muy difícul lograr escenas así. Y Bergman lo consigió. Hay que volver a verla. Es lo que me gusta de esta sección de clásicos. Nos haces recuperar grandes obras.
Saludos

Sayury dijo...

Gracias por descubrirme esta gran obra. Me apuraré a buscarla porque me has dejado con la miel en los labios...

Un saludillo desde Rod@ndo!

Carles Rull dijo...

Pequeñoibán: Lo entiendo. Yo también tengo mis "obras maestras" que a mí no me lo parecen tanto.

Álex: Que estamos solos, y que lo único seguro en la muerte. ¡Terrible! ¡Pero vaya forma de contarlo! (Y te diré que otra de mis preferidas de Bergman es... una comedia, casi al estilo Lubitsch!)

Natalia Book: Tienes razón. Sólo los grandes pueden conseguir imágenes como ésta. Creo que aunque sólo fuera por esta imagen, Bergman ya debería considerarse un genio. Y gracias por tu comentario.

Sayury: Te aseguro que es un Bergman de los densos en cuanto a contenido, pero también de los ligeros para ver. ¡Inmenso!

travismagee dijo...

HOla, Cineahora,

Bueno, la frase es muy buena, pero no puedo decir que la haya escrito yo porque me acordaba de ella. La copié de algún lugar donde había buenas frases de películas.
No puedo recordar esta frase en concreto puesto que la película la vi hace, aproximadamente, veinte años. ¿20? Pues sí, es que, no voy a decir mi edad, pero hace tiempo que pasé de los treinta. Por este motivo he visto tantas películas. Por lo que yo siempre digo, porque es verdad, que sé bastante de cine, pero no por sabio sino por viejo. Hombre, calcula, si tengo constancia ya de las películas que veía desde los doce, y no he parado...

Un saludo a tod@s.

Travis

Carles Rull dijo...

Travismagee: Y lo mejor es que a pesar del paso de los años, y de las circunstancias de la vida, uno no deje de amar el cine.

Un saludo Travis!