B.S.O.: Ennio Morricone, ¡ un Oscar genial !

Se puede decir que Ennio Morricone es un genio, que renovó las bandas sonoras y que, bla, bla, bla… Pero si se empiezan a escuchar algunos de sus temas, sean para recordar o para descubrirlas, es entonces cuando a uno se le pone la carne de gallina; y cuando llega a comprender, o mejor dicho, siente realmente el porque de estos adjetivos referidos al compositor romano, nacido el 10 de noviembre de 1928.

Y, por una vez, será también el momento para que el maestro no se vaya de nuevo con las manos vacías en una gala de los Oscar. Recibirá una estatuilla honorífica, pero al fin se le hará justicia. Había obtenido 5 nominaciones: “Días del cielo” (1978), “La Misión” (1986), “Los intocables de Elliot Ness” (1987), “Bugsy” (1991) y “Malena” (2000). En su haber, y a sus 78 años, ya deberían figurar un buen puñado de oscar, pero más vale tarde que nunca. Temas como los correspondientes a “Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio”, “Hasta que llegó su hora”, “El bueno, el feo y el malo”, “Érase una vez en América”, “Sacco e Vanzetti”, “La Misión”; “Cinema Paradiso” SÓLO POR CITAR ALGUNAS, son todo un icono de la música en el cine.
Más de 500 composiones, sea para cine o televisión, (exactamente, 506, si hacemos caso a IMDB), le avalan, a parte de innumerables premios y homenajes.

También por una vez, Morricone dejará de levantarse a las 5 de la madrugada, como hace cada día, para mantenerse en forma corriendo por entre los pasillos y estancias de su palacio en Roma. Y lo hará para pasearse en medio de un auditorio, plagado de estrellas, y estrellitas, que le ovacionarán de píe mientras se dirige a recoger el premio.
Con ello Morricone también logra resarcirse de una de sus dos grandes frustaciones, la de no tener ningún Oscar. La otra, el haber colaborado con Stanley Kubrick (que a punto estuvieron en “La naranja mecánica”), ya no será posible.

(Para escuchar los temas, pulsar en en el enlace de la duración)

"Días del cielo" (1978)

Como ya recogía Álex, hace un par de días, en Antarctica starts here, a Ennio Morricone le disgusta que la mayoría del público le siga reconociendo sólo por sus spaguetti-western, un 7’5 o 8 por ciento de su obra. Pero durante los sesenta y setenta fue de lo más tarareado y difundido entre los aficionados, o los que ni siquiera conocían sus películas.
Sin contar que junto a su amigo Sergio Leone estaban revolucionando temática y estilísticamente un género, el del western. Por su parte, se desmarcó de las tradicionales músicas más locales y, más allá de la territorialidad, le otorgó un sonido único y el sentido de “temporalidad”. Para captar ese periodo con toda su dureza, agresividad y tosquedad, incorporó sonidos contundentes y primitivos como gritos, golpes de yunque o silbidos, que sin duda habrán hecho las delicias de Martin Scorsese en, por ejemplo, “Malas calles” o “Gangs of New York”.
Pero en el interior de Morricone latía más, mucho más, que el ruído y la furia. Había melancolía y, sobre todo, una palabra clave para reconocer su música, y esta es: “cuore” (corazón… y sentimiento).
“Días del cielo” (1978), de Terrence Malick, suposo su primera nominación a los oscar, compitiendo con John Williams ("Superman"), Jerry Goldsmith ("Los niños del Brasil") y Dave Grusin ("El cielo puede esperar"), pero el oscar fue para Giorgio Moroder y "El expreso de medianoche". Se hace difícil elegir entre los temas "Harvest" (inluenciado por Camille Saint Säens y su “El carnaval de los animales”) o “End”, pero, al final, les dejo con el segundo (2’ 44’’)

"Érase una vez en América" (1984)

El secreto del éxito es muy fácil: Pasión, talento, trabajar sin cesar y, un poco de suerte. Si reune estos requisitos muy probablemente sea un genio. Como Morricone, que para “Érase una vez en América” (1984), la obra cumbre de Sergio Leone, compuso una partitura enorme.
Una historia de gangsters, no tan alejada de los personajes del spaguetti-western, pero acercándose más a esa Norteamérica como tierra de nuevas esperanzas y oportunidades, y también a esa visión de una nación forjada entre corrupciones, delitos y violencia. Todo para que, sin embargo, Morricone creara una música con más “cuore” si cabe, junto a otras grandes características de su música: los instantes clásicos, los propios del siglo XX (como el jazz) y el uso de voces femeninas (como en el tema “Friendship and love”). Aunque el tema elegido sea el más jovial, pero igual de nostálgico, titulado “Childhood memories”, un canto a la inocencia, y a los sueños, ambos perdidos, y donde también se escucha el uso, bellísimo, de la flauta de pan. (3’ 23 ‘’)

"El clan de los irlandeses" (1990)

Álex, de Antarctica starts here, nos propone descubrir uno de los menos conocidos y mejores trabajos (otro más a añadir a la lista) de Ennio Morricone. Pertenece a “El clan de los irlandeses” ("State of grace", de Phil Joanou, 1990) y las razones para su escucha, como indica Álex, son incontestables: “Primero porque es una de las piezas favoritas del propio Morricone; segundo por su belleza y, tercero, por la dificultad para encontrarla. No suele incluirse en las recopilaciones de sus autor”. Álex nos cuenta que Morricone “trató de describir esa hipnótica sensación entre el vértigo y el ensueño que se siente al estar poseído por lo que llaman ‘estado de gracia’, conjugándolo con el fatalismo melancólico del mafioso protagonista”. Yo sólo añadiré: ¡No se la pierdan! (4’ 05’’)

"La Misión" (1986)

Los conflictos entre la Fe sincera, y los interesados y contundentes actos evangelizadores en del siglo XVIII, quedaron perfectamente reflejados enla América “La Misión” (Roland Joffé, 1986). El padre Gabriel (Jeremy Irons), lleva una pequeña comunidad cristiana en las cumbres montañosas de Brasil, y Mendoza (Robert DeNiro) es un mercenario a punto para su redención. En medio, las luchas y conflictos entre españoles y portugueses.
Y la banda sonora que compuso Ennio Morricone no sólo es gloriosa, intimista y espectacular, sinó también una de las más recordadas de la historia del cine. Pero, en marzo de 1987, y cuando todo parecía dispuesto para que Morricone recogiera la estatuilla, ésta fue para Herbie Hancock en “Alrededor de la medianoche” (Bertrand Tavernier). Eso sí, una magnífica película, y una magnífica banda sonora, todo un homenaje al “be bop”, el jazz de la postguerra, aunque contenía más arreglos que música original. ¡En fin!, les dejo con el “Gabriel’s oboe” ( 3’07’’ )