sábado, 17 de febrero de 2007

Crítica: "Juegos secretos"

( La crítica puede contener 'spoilers')

Tres (se les supone) respetables madres y amas de casa en un parque observan a lo lejos y, si se hace necesario, con un prismático, al objeto sexual de sus deseos, un fornido y atractivo padre que acude al lugar con su hijo. A pesar que su presencia las turba y excita, nunca cruzarán la barrera del decoro para ni siquiera entablar cuatro palabras con él.
Otro personaje, un expolicia frustado por un error del pasado (Gregg Edelman), también observa a un exconvicto con antecedentes de pedofilia (Jackie Earle Haley). Pero lo hace con otra intención; con la autoimpuesta misión de hacerle notar que es vigilado, e incluso verter pintadas lapidarias en su jardín o amenazarle personalmente si lo cree oportuno. Él sí que se siente (socialmente) legimitizado para cruzar la barrera con ese extraño aunque sea para violar su espacio personal.
Entre un extremo y otro, lo que se nos es permitido y lo que no; lo que somos y lo que desearíamos ser y tener, se mueve la segunda película de Todd Field. Un retrato tan frío como contundente del día a día de una típica urbanización estadounidense, los seres que la habitan, sus anomalías, deseos y frustaciones.
Y lo hace tomándole un pulso que oscila entre el Sam Mendes de “American beauty” y el mejor Todd Solondz, deteniéndose en lo más bizarro de las conductas de sus criaturas. Salpicando además su relato con un humor tan estóico como cortante, por inesperado, que se asemeja al de Wes Anderson.

Madame Bovary le guiña a Spielberg.
Entre tanta referencia, Todd Field mantiene su terreno intacto: el de las miradas, silencios, vacios o complicidades encontradas; también el de seres respetables que se atreverán, obligados o no, a cruzar la linea de lo inapropiado o directamente de lo punible moral o jurdicialmente.
Y lo hace realizando un film no perfecto: alargado en su metraje, con un narrador en off innecesario, a veces conduciendo su propuesta a medio gas. Pero muy estimable, y poniendo en escena al menos tres grandes cuestiones, relacionándolas entre si e implicando en ellas a sus personajes.
La primera es: la búsqueda de la felicidad supone un acto de rebeldía, de subversión, contra las normas establecidas, y puede también causar dolor a las personas queridas o cercanas. Así es para Sarah Pierce (Kate Winslet), una madre y ama de casa que, como una Madame Bovary moderna, descubre los placeres del adulterio para llenar el hueco de un matrimonio y un marido con el que ya sólo comparte techo e hija.
Lo es para el desorientado Brad Adamson (Patrick Wilson), atrapado en un estado de niñez permanente, incapaz de dedicar su tiempo a trabajar en algo que tampoco le apetece, y relegado a la sombra de su bella esposa (Jennifer Connelly), la que lleva los pantalones, y el dinero, en casa.
Y lo es también para Ronald (Jackie Earle Haley), otro adulto en una mente ya no tan infantil y sí enfermiza, mimado por su comprensiva madre (excelente Phyllis Somerville), que vive en la propia cárcel de su irrefrenable desviación sexual, la pedofilia, y retenido por los barrotes de una comunidad que se siente amenazada por la presencia de este depredador de niños. Lo que incluye una secuencia con un agudísimo guiño al “Tiburón” de Spielberg.

Sublevaciones cotidianas.
Segunda cuestión: ¿nuestros defectos, vicios y limitaciones nos permiten ser la persona que realmente desearíamos? ¿Hasta que punto somo culpables de no haber logrado lo que creemos que nos merecemos? Así sufren sus personajes, incluídos ese expolicia o el pederasta.
Las experiencias, las circunstancias, el destino, los otros influyen, pero también me viene a la mente la fábula del escorpión y la rana, donde la naturaleza de cada uno resulta determinante aunque ello signifique hundirnos en nuestras miserias.
Por ejemplo, un personaje secundario, Sheila, interpretado por Jane Adams (que parece recién salida del “Happiness” de Todd Solondz), deambula brevemente por un par de escenas. Y lo hace coincidiendo con la cita a ciegas, mediante un anuncio de prensa, con el pederasta Ronald. Después que éste la invite amablemente, y dentro de la acogedora luminosidad de un restaurante, a “compartir algo dulce”, pasamos al exterior de noche y un coche. Allí , Sheila sentirá no la “dulzura” de un postre, sinó el inevitable y amargo “aguijón” de su efímera pareja.
La felicidad tal vez se haye mientras estamos instalados en esa comodidad, despojada de responsabilidades, que nos ofrece la infancia, momento en el que donde todo parece que es posible. Con lo que nos conduce hasta el tercer tema: el de la niñez, la capacidad no siempre lograda de madurar, y el inexorable paso del tiempo.
“Juegos secretos” se abre con unas imágenes de figuras de porcelana que recuerdan la infancia, lo antiguo y lo que nos aferra al pasado; y con planos detalles de relojes con sus sonidos y agujas marcando ese transcruso de segundos, minutos, años…. Más adelante, habrá un (vano) acto para destruir estos objetos, tan ornamentales como simbólicos. También habrá algun intento de sublevación más, pero al final (casi) todo seguirá igual.


Valoración: ( *** )

(*****) Obra Maestra – (****) Muy buena – (***) Buena – (**) Se puede ver – (*) Floja - (●) Usted mism@

12 comentarios:

Anónimo dijo...

¿hasta qué punto son importantes los spoilers que incluye la crítica? Es que aun no he visto la peli pero pensaba hacerlo en breve...

Carles Rull dijo...

Freddyvoorhees: La verdad es que no creo que cuente nada revelador ni explícito sobre las escenas, o el final. Pero voy dando demasiada información sobre los personajes, referencias, temas que trata (o por lo menos, de los que me parecen a mí).
Supongo que del grado que, dependiendo de cada uno (y de que película), desee verla con la mirada lo menos condicionada, o límpia, posible.
Dependiendo de ese grado, tal vez, Freddy, aunque no creo que 'chafe' nada en la crítica, yo me limitaría a leer los tres primeros párrafos y a echarle una ojeada a las estrellitas (subjetivas, por supuesto). Es lo que hago yo a veces cuando tampoco no quiero saber demasiado (una ojeadita al principio y, tal vez, al final de las crónicas).

Sebastián Liera dijo...

El american way of life que poco a poco va migrando a través del Río Bravo; leo lo que escribe y me parece cada vez más cercano a la realidad de un espectro de la sociedad mexicana; obviamente de clase media. Es como si hubiésemos perdido intensidad, como si todo importara muy poco o nada. En particular, me recuerda el "mecanismo" de la teoría de géneros dramáticos para la Pieza: a + b + c = a'; en efecto, todo seguirá igual, aunque con un noséquéquequéséyo, casi imperceptible, de más.

J.Álvarez dijo...

Intentaré verla pronto... Ahí keda mi saludo y mi voto de hoy. Hasta pronto!

Donnie dijo...

Sí, la búsqueda de la felicidad necesita de sublevación y rebeldía, pero al fina se dan cuenta de que lo que realmente necesitan es madurar...

Yo creo que con un final un poco más arriesgado, hubiera sido mucho mejor, pero bueno, tampoco me quejo demasiado xD

Por cierto, muy buenas las canciones elegidas para las bandas sonoras!
Saludos!

Dani Darko dijo...

Muy buena reseña Humphrey! la verdad es que la he visto y no explicas mucha cosa que no se pueda desvelar en cualquier sinopsis de un diario cualquiera. Coincido bastante en lo que dices, pero me descolocó profundamente ese final a 3 bandas, 1 muy bien resuelta (pedófilo) y las otras dos muy ridículamente y complacientes cobardes, algo más arriesgado o un fatalista accidente no hubiera venido mal. Si me animo ya escribiré algo sobre esta.

Anónimo dijo...

Pues entonces creo que voy a preferir esperar un poquito, y mejor leerla cuando ya la haya visto :)

Natalia Book dijo...

Quizás a mí la película me pareció un poco mejor de lo que dices debido a que estuvimos leyendo Madame Bovary. Sin duda alguna, y como saben todos los que la han visto, la novela y la película están intimamente relacionadas. Sarah Pierce comparte muchas cosas con Emma Bovary. No las voy a mencionar para no estropear la película.

Es en esa relación libro película en la que veo esa voz en OFF como un homenaje a Flaubert, ya que refleja la forma en que el escritor cuenta la historia de Emma Bovary.

No se cual sería mi opinión de no haber estado leyendo el libro en el club. Algo parecido nos ocurrió cuando hicimos coincidir la lectura de 'A sangre fría' con el estreno de 'Capote'. No podemos ser objetivos.
Saludos

Anónimo dijo...

Yo le hubiera puesto una estrella más pero estoy muy de acuerdo contigo en todo lo que significa sobre como dejar escapar la felicidad.

Carles Rull dijo...

La otra chilanga: Supongo que se puede hacer extensible a toda la clase media, y de manera universal. Curiosa la fórmula que utiliza para ilustrar que, por mucho que parezca que vaya a cambiar, la mayoría de veces siempre parece que todo queda igual, eso sí, quizás con algo ligeramente nuevo, distinto.

J. Álvarez: ¡Gracias!

Donnie: Creo que el final tiene, dependiendo de los personajes, algo de amargo, también de resignación, y de esperanza... Pero le echo en falta un final distinto, más memorable.

Freddyvoorhees: A ver que te parece, la película.

Natalia Book: La película me gustó, tampoco quisiera que se quedara con la sensación que mi valoración final es tirando a negativa, ni mucho menos. Sí, la verdad es que ser objetivo resulta, diría, que imposible.
Y lo de la narración en off es un intento para conferirle una atmosfera más literaria, cercana a Flaubert, aunque por su puesta en escena cinematográfica tal vez resulte un tanto redundante. Aún así, no molesta.
(Y seguiré las "tertulias" en su blog sobre "1984").

Carles Rull dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carles Rull dijo...

Dani Darko: Uno a veces teme pasarse "destripando" cosas. Aunque supongo que leer cualquier información, o crítica, antes de ver la película, ya supone "spoilers'.
Y le falta ese toque genial al final, el que quizás la hubiera hecho, a mi gusto, muchísimo más redonda. A ver si te animas y publicas tu crítica.

Pequeñoiban: Parece más fácil hablar de felicidad y como lograrla si miramos a la (por otro lado, también buena) película con Will Smith. Aunque esto de la felicidad a veces parece tan etéreo, utópico o fugaz.