Crítica: "Diario de un escándalo"

Mentes solitarias que se vuelven retorcidas y engañosas por sus frustaciones. Abusos de legalidad o ilegalidad dudosa impulsados por los deseos sexuales a flor de piel. La novela de la escritora y periodista inglesa Zöe Heller contiene un material psicológico y humano tan morboso como jugoso y certero.
Un material que el director de la insulsa, aunque apreciable “Iris”, sabe manejar de la mejor manera posible, y ésta es depositando sabiamente la fuerza de la puesta en escena en manos de sus talentosas actrices. La interpretación de Judi Dench ya no es que sea de Oscar, es para que la Academia le dedique un monumento en el teatro Kodak. Y la australiana Cate Blanchett se consolida aguantando magníficamente los embistes en pantalla de su descomunal oponente, esa inmensa Judi Dench, y ofreciéndonos además otro atributo que desconocía, el de mostrarnos que si lo desea puede ser de lo más cautivadora, sexualmente. Un aspecto sin el que no se entendería ni su personaje ni gran parte de la trama.

La apariencia del abuso.
Richard Eyre ya hizo ganar en “Iris” un Oscar como secundario a Jim Broadbent, inolvidable como el maestro de ceremonias de “Moulin Rouge”, y arrancó otra gran caracterización de la británica Judi Dench. Ahora se supera, y en una película dominada por los carácteres femeninos, logra extraer incluso memorables momentos de los secundarios masculinos, séase quitándole el maquillaje a Bill Nighy (el temible Dave Jones de “Piratas del Caribe 2”); o encarnando a Lolita en el cuerpo y la mirada de un efebo llamado Andrew Simpson, el menor de 15 años que hará caer a su vulnerable profesora (Cate Blanchett), en el pozo de las tentaciones, y de los delitos y faltas.
Pero, ante todo, “Diario de un escándalo” trata sobre apariencias y realidad, sobre psicologías, séase desamparadas o retorcidas. Y lo hace enmarcándose en el ámbito social, público y privado, de un instituto; entre alumnos y profesores, entre presuntos adultos y menores, entre los límites de lo permisible e indecente, para inmiscuirnos en la apariencia de unos abusos, consentidos y buscados unos; invisibles, reprobables y atrapados en la tela de araña de una sibilina amiga otros.

De primera clase.
También nos ubicamos como espectadores privilegiados para derribar la fachada de la convivencia en una vida familiar respetuosa que esconde insatisfacciones, en el personaje de la Blanchett. O para contemplar los horrores más íntimos de una alma en pena solitaria, caso del personaje de la Dench, recluída en un mundo propio que ha degenerado, bajo otra fachada de respetuosidad, distancia y engreimento, en las severas patologías de una mujer insatisfecha y maquiavélica, vencida ya por su egosimo.
Poco les he desvelado sobre su argumento, pero a pesar que ni Richard Eyre ni su guionista, Patrick Marber (“Closer”), sepan rematarlo con un epílogo final a la altura (¡qué difícil es lograr un buen final!), o con alguna pequeña salida de tono en medio de la prensa canallesca en busca de carnaza para su fiera audiencia, nos permite obtener un billete de primera clase para disfrutar de una de las mejores películas del año, aunque sólo sea por el gozo de ver unas espléndidas Judi Dench y Cate Blanchett. Y todo ello punteado con una música de Philip Glass que, mezclada con las imágenes, adquiere una dimensión única y sensacional.

Valoración: ( **** )

(*****) Obra maestra. Disfrute total.
(****) Me ha gustado muchísimo. ¡Una maravilla!

(***) Me ha gustado. Buena película, ¡si señor!
(**) Me ha gustado, pero con reparos.

(*) No me ha gustado, pero tiene sus "cosillas"
(●) No me ha gustado nada, pero si le apetece, usted mism@