Crítica: "Retrato de una obsesión"

El caso del director Steven Shainberg no deja de ser peculiar. Sus películas se basan en un tratamiento poco convencional; una fotografía cuidada e imaginativa; una visión en torno a una relación sexual no exenta de morbo; y el contar con unas extraordinarias actrices para el personaje principal femenino, Maggie Gyllenhaal en “Secretary” o Nicole Kidman para “Retrato de una obsesión”.

Pero aún así sus películas no consiguen dejar huella. Ni público ni crítica lo situan como un cineasta de referencia, y la culpa tampoco puede achacarse aquí al horrible título en castellano de “Fur (piel, pelo): an imaginary portrait of Diane Arbus”. Un retrato inspirado en la fotógrafa estadounidense considerada como una de las mejores artistas del siglo XX, revolucionando a propios y extraños con sus instantaneas de frikis, de seres de lo más marginales, como tullidos, enanos, travestis o desnudos, y cuestionándose los límites entre la belleza y la fealdad.
Ello sirve para filtrar la historia real pasándola por el tamiz de lo inventando y creando una historia plagada de sugerencias y referencias en torno a la artista Diane Arbus, convertida aquí en una reprimida ama de casa, hija de una madre dominante, esposa de un prestigioso fotógrafo y madre de dos niñas.

Alicia en frikilandia.
Shainberg y su equipo juegan a mostrar esta fascinación de Diane por lo anormal como si fuera un cuento, acercándolo explícitamente a “Alicia en el pais de las maravillas”. Y también juegan al homenaje, a Diane y a Alicia, y a “La parada de los monstruos” de Tod Browning, a “La bella y la bestia” de Jean Cocteau, a Lynch e incluso al Chewbacca de “Star wars”.
Demasiadas referencias que terminan contradictoriamente por restarle a “Fur” su personalidad, quedando relegada a un refrito, muy bien filmado, de todo lo que rinde pleitesía. Y con los ‘handicaps’ que tampoco domina el tiempo narrativo, alargando excesivamente un metraje cuyas dos horas van pesando en el espectador.
Siendo poco original cuando debería serlo, tampoco da píe a esa sugerencia o capacidad de transgresióna la que alaba; herida de muerte por lo demasiado evidente de lo que nos cuenta. Quedándose a menudo en la superficie de otros personajes y temas que trata, como las posibilidades que ofrece la hija mayor de Diane en la película, o la madre de la protagonista, que representan los convencionalismos y el rechazo de la sociedad hacia todos los seres anormales o que no son como ellos.

Voyeurs y exhibicionistas.
La Diane de Nicole Kidman es también una exhibicionista, sintiendo el impulso, a veces, de mostrarse desnuda o semidesnuda ante los demás; y una ‘voyeur’, estableciendo otro juego temático que podía dar su salsa. Todo ello queda diluido, siempre al servicio de la evidencia, como en esa relación de alumna y mentor (y de amor), entre Diane y Lionel (Robert Downey jr., obligado a sacar sensualidad y atractivo sólo con su mirada).
Lionel es el enigmático nuevo vecino de arriba, afectado por hipertricosis (enfermedad congénita de exceso de cabello); que liberará a Diane de sus ataduras para mostrarle el camino a seguir para ser ella misma y encontrarse con su arte, y sexualidad.
Pese a sus defectos, hay secuencias magníficas como la de la piscina, o esas imágenes de Diane/Nicole Kidman emulando a Alicia, sea con una misteriosa llave en mano o con su estilizada figura y vestido, caminando sigilosamente, curiosa y palpitante, entre escaleras y estancias, a punto para descubrir ese nuevo mundo de sensaciones que se encuentra enfrente de ella, tras una robusta e inquietante puerta o una arbusta e irresistible mata de pelo. Y que en otro cineasta más inspirado y genuino sí habría logrado fascinarnos.

Valoración: ( ** )

(*****) Obra maestra. Disfrute total.
(****) Me ha gustado muchísimo. ¡Una maravilla!

(***) Me ha gustado. Buena película,
(**) Me ha gustado, pero con reparos.

(*) No me ha gustado, pero tiene sus "cosillas"
(●) No me ha gustado nada, pero si le apetece, usted mism@